Se llama "Los ojos de mi princesa".
Aquí uno de mis muchos fragmentos favoritos:
Fuimos a ver a Mario. Pertenece a una secta, y además es drogadicto. [...] ¿Cómo fue que mi compañero llegó a esos extremos? Mordió el anzuelo de la pornografía. Bebió agua de mar. Muchos en la escuela tienen una idea equivocada de lo que es crecer. Piensan que para ser mayores deben saber de sexo y practicarlo, tomar alcohol, parrandear y fumar. Hay chavas de quince años que hacen esfuerzos tremendos para meterse al pulmón sus primeras fumaradas. Las idiotas cruzan la pierna y levantan el cigarrillo entre dos dedos presumiendo una falsa sensualidad. Creen que escupiendo humo y oliendo a tabaco lucen más provocativas y maduras. Basura. Porquería. Todos quieren ser lo que no son y miles de muchachos de carácter débil se dejan manejar por los viciosos.
He pensado en Sheccid. Podría perdonarle todo, menos que fume.
No me imagino besando a una mujer que sabe a cenicero.
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