A decir verdad hoy tenía planeado escribir sucesos y pensamientos del día de hoy (hoy estuve realmente sumido en mis pensamientos toda la mañana, lo que generó pensamientos casi poeticos, pero sobre todo, mucha mierda), pero leyendolo me doy cuenta de que contiene muchas cosas bastantes personales, y con el solo hecho de asociarlos con los momentos de hoy reconocerían bastante de lo que traté de ocultar, por lo que lo dejaré para otro día en el cual sus débiles mentes ya hayan dejado ir los recuerdos por el retrete.
Eso me dejó sin tema por un momento, pero luego escuché a mi madre mencionar a mi abuelo, y eso me trajo ideas...
La senilidad es una cosa fea, fea deberas, cuando se envejece se van perdiendo poco a poco las capacidades motrices y mentales (esto depende también de la vida que lleve la persona y de la misma genetica de cada uno) e incluso se pierde el control de los intestinos, lo que te convierte en un bebé grandote y jodido.
Hace unos 6 o 7 años yo nunca me hubiera imaginado que a mi abuelo pudiese ocurrirle algo como volverse debil y seníl, mi abuelo era fuerte, el tipo más fuerte y con la mirada más ruda que yo hubiese podido conocer. Él criaba animales (vacas, caballos, puercos e incluso conejos), y tenía bastantes terrenos en su tierra natal, por lo que en días se iba de la ciudad al campo, en su vieja troca de redilas, en la cual a veces traía vacas y, las más pocas, caballos, y yo me entretenía viendolos ahí, aunque no hicieran nada para un niño de 10 años que no salía mucho, ver un caballo no era una experiencia que se repetía todos los días, por lo que yo podía gozar de presumir a mi grupito de amigos "mi abuelo tiene como cien caballos"
Me atrevería a decir, incluso, que mi abuelo podía ganarle a Chuck Norris en cualquier cosa.
Era un hombre de pocas palabras, que no demostraba afecto ninguno hacía nadie, era como El Padrino, su hijo mayor lo saludaba besandole la mano en señal de respeto, mi madre me comentó que en ocasiones le preparaban una vaca entera y tenían que verlo comersela sin ellos probar bocado alguno, y yo sé que no lo hacía por hacer un mal, lo hacía para demostrarles quién era el jefe, el que ponía la carne en la mesa era el que más derecho tenía a comer, si querían comer tenían que ir al prado del vecino y asesinar una vaca, arrastrarla hasta la casa y comerla cruda.
Eso cuando estaba de buen humor...
Pero el tiempo es un enemigo invencible, y tantos años de trabajo pesado hicieron algo que la vida por sí misma no hubiera podido hacerle; le jodió la columna.
Y tuvieron que operarlo, ponerle un pedazo de metal para arreglarlo, pero más nunca volvió a ser el mismo.
Era como si todos los años que le habían pasado anteriormente sin dejar sus estragos volvieran en manada y lo atacaran al mismo tiempo...
Se volvió débil y enfermizo, apenas y caminaba, se sumió en una terrible depresión...
Luego vino una hernia, más operaciones, más dolor para el pobre viejito, y me dolía verlo así.
En pocos años se volvió un pobre anciano viejo y cansado, pero afortunadamente aun conserva todas sus facultades mentales.
Nadie sabe lo que puede pasar de un día a otro, uno puede, simplmente, desaparecer, ¡poof! y ya está, no existes, y estoy consciente de que a todos nos va a llegar la hora.
Y cuando la inevitable hora de mi abuelo llegue, lo voy a recordar siempre como el hombre más rudo, más poderoso y más grande de este mundo.
Mi abuelo era el mas enojon, se enojaba cuando no salia agua de la manguera pa regar los inmensos arboles que tenia.
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